Mali
1. Introducción
Mali es uno de los países más grandes de África, con una superficie que duplica a la de España pero con una población que es la tercera parte de la de nuestro país. Es, por tanto, un país con una densidad de población muy baja. Se halla en una zona de transición entre las áreas desérticas del norte del continente y las zonas tropicales del centro, formando parte de las tierras del Sahel.
Tenemos pues una gran diversidad étnica y cultural. Sus habitantes viven principalmente de la agricultura, la ganadería y la pesca y se trata de uno de los países más pobres del mundo y que, además, no acaba de encontrar un camino de progreso estable.
En tiempos tuvo una importancia histórica grande pues formó parte de grandes imperios comerciales de la zona como el imperio de Ghana y el imperio de Mali. Pero desde que obtuvo la independencia en 1959 no ha dejado de estar envuelto en conflictos políticos, golpes de estado, gobiernos indeseables e incluso guerras sangrientas.
1. Djenné
Djenné es una interesante ciudad que mantiene restos de la importancia comercial y religiosa que en otros tiempos tuvieron ciudades como Tombuctú y la propia Djenné.
Es una antigua ciudad que se remonta al siglo IX y cuyo centro ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, en gran parte debido a la existencia de su famosa mezquita de adobe.
La mezquita es, en efecto, una magnífica representación del llamado arte sudanés, en el que son frecuentes estas construcciones de adobe que son capaces de resistir el paso del tiempo, a pesar de estar hechas de materiales muy poco resistentes, gracias a que las precipitaciones son escasas y a las contantes labores de mantenimiento que se realizan en ellas, añadiendo sucesivas capas de barro.
Pero Djenné es mucho más que su mezquita. Hoy es una gran ciudad que mantiene su tipismo y sus tradiciones en sus mercados, en la vida que reina en sus concurridas calles y en sus construcciones típicas. Paseando por el centro de esta milenaria ciudad podemos captar imágenes que nos retrotraen a tiempos pasados y nos permiten entrever cómo todavía subsisten formas de vida que han ido desapareciendo de la mayor parte de los lugares. El pastor que cuida de su oveja lactante y el fotógrafo callejero que utiliza aparatos centenarios son ejemplos ilustrativos.

2. El río Níger
Las orillas de los grandes ríos han sido algunos de los lugares preferidos a lo largo de la historia de la humanidad para instalar los asentamientos de la población.
El río proporciona elementos esenciales para la vida: agua y alimento en forma de pescado. Permite la agricultura y se convierte en una vía de transporte esencial para el comercio y las comunicaciones.
El río Níger, con más de 4.000 km de longitud atraviesa cuatro países además de Mali y es el más importante de África Occidental. En un país del Sahel, como Mali, no es de extrañar que varias de sus principales ciudades, desde Tombuctú hasta Bamako, pasando por Djenné, Segú y Mopti, vivan a orillas del gran río.
Pese a que el Níger es un río imponente y a que a veces se desborda y produce importantes inundaciones, podemos contemplar la vida sencilla de los ribereños, repitiendo actividades seculares, como los pescadores que echan las redes desde su barca al atardecer, la niña que lava la ropa ajena a cuanto le rodea y el niño que reposa sobre el bote a la puerta de su cabaña.
3. Las gentes de Mali
Unas 15 etnias diferentes, más o menos próximas entre sí, comparten el territorio maliense. La mayoritaria es la etnia bambara, localizada originalmente en Bamako y Segú y hoy extendida por todo el territorio. Los bozo y los somono son ante todo pescadores y se asientan a lo largo del Níger y de otros ríos importantes.
Son especialmente conocidos los dogón que viven principalmente en la zona de la gran falla de Bandiagara, uno de los principales atractivos turísticos del país. Los peúls viven del pastoreo en las áreas centrales y septentrionales del país, regiones bastante áridas, lo que les lleva a tener que ser en gran parte nómadas para acompañar al ganado en busca de agua y pastos.
También son nómadas los tuareg, conocidos como los hombres azules del desierto. Viven en la zona norte del país cercana al desierto del Sahara, como en la famosa ciudad de Tombuctú.
Los bobo, los senufo y los mianka viven en las regiones meridionales, las más húmedas del país, y se dedican en gran parte al cultivo del algodón.
Esta variedad étnica produce como es lógico tipos y rostros muy diferentes pero en su mayoría son acogedores y sonríen abiertamente al visitante, como puede comprobarse en las fotografías adjuntas.
4. El País Dogón
Los dogón viven, como ya se ha dicho, en la zona de la falla de Bandiagara, una espectacular falla geológica, de unos 250 km de largo y unos 400 metros de desnivel, que separa el norte de Mali (Sahel) del sur más típicamente africano.
El pueblo dogón ha vivido durante siglos en una situación de profundo aislamiento, en un ambiente árido de piedra y arena, al abrigo de la gran falla, obteniendo en ella refugio, cobijo y algo de agua. En este santuario protegido por el inmenso murallón de la falla han mantenido sus formas de vida ancestrales, en casi total aislamiento hasta tiempos muy recientes, por lo que la visita a este lugar más que un viaje a un mundo lejano o ignoto es ante todo un viaje en el tiempo a una época en la que subsisten formas de vida del neolítico.
Un accidente geográfico común, como es una falla, aunque en este caso de unas dimensiones espectaculares y de una belleza muy especial, ha sido colonizado por un pueblo que, a pesar de la dureza de las condiciones del lugar, ha aprovechado las ventajas de seguridad y protección que le ofrece la falla para adaptarse a unas formas de vida muy primitivas pero estables y a salvo de otras amenazas externas.
En este lugar confluyen pues la belleza del paisaje, la originalidad y espectacularidad de los asentamientos humanos construidos al abrigo de los murallones y el tipismo de los usos y costumbre de los moradores, por lo que no es de extrañar que tenga un especial atractivo para cualquier visitante interesado en las costumbres de otros pueblos.
La originalidad de la cultura y de la arquitectura dogón ha sido objeto de estudio por numerosos antropólogos desde que se abrió al mundo en el siglo XX. Uno de los elementos más llamativos, y que todavía puede verse en todos los pueblos, es la toguna, una construcción sostenida por pilares de madera o de piedra con un grueso tejado de paja, donde los ancianos se reúnen para tomar las decisiones que afectan a la comunidad.
Tienen unas dimensiones de unos 5 x 5 metros y su altura es de aproximadamente un metro, por lo que los hombres han de permanecer sentados cuando están en su interior.
Copyright © 2015 Jaime Pereña. Reservados todos los derechos.
