Etapa 8ª. León-Villar de Mazarife
Me pongo en marcha a las 6,30 de la mañana, sin desayunar. En el albergue no dan desayunos y en León todo está cerrado a esas horas. Mi plan es hacer un alto en la Virgen del Camino, que está a unos 7 kilómetros, y desayunar allí.
En el albergue me despido de mis tres compañeros de Getafe. Siguen muy doloridos y deciden abandonar. Su aventura en el Camino ha durado sólo dos días.
Figura 23. Parador de San Marcos (León)

Figura 24. El Camino es una recta infinita en la meseta leonesa
Ahí hay que tomar una decisión: el Camino presenta dos opciones diferentes. Una es la que circula junto a la carreta N-120, que es el trazado tradicional pero que resulta desagradable por el intenso tráfico que soporta dicha vía. La otra es un nuevo trazado que se ha diseñado a través de campos muy tranquilos y pasa por Villar de Mazarife. Opto por esta segunda posibilidad, sin tener claro cuál es la que resulta más conveniente.Al poco rato, pasamos por un pequeño pueblo con un bar en el que disfruto de un estupendo desayuno.
En efecto, este nuevo camino discurre por zonas completamente despobladas, por una bonita llanura infinita, toda cultivada, trazando una recta que se pierde en el horizonte (figura 24).
Hago una buena parte de la etapa charlando con un matrimonio de Tenerife que hace el Camino con su hija de unos 18 años. La chica remolonea todo lo que puede y se queda atrás quejándose de dolores en los pies. A veces pienso que no van a poder llegar a Villar de Mazarife.
Este pueblo se ha convertido en una etapa clásica en el nuevo camino pues está a 21,4 km de León. Decido quedarme aquí porque, de lo contrario, habría que añadir varios kilómetros más. Me quedo en el albergue de Jesús. La primera impresión no es muy buena porque todas las paredes están pintarrajeadas de graffiti y mensajes diversos escritos por generaciones de peregrinos.
Figura 25. El albergue de Jesús en Villar de Mazarife
Sorprendentemente, mis compañeros de camino canarios no sólo llegan a Villar sino que deciden continuar más adelante. No volví a saber de ellos. ¿Habrán llegado a Santiago? ¿Habrán abandonado, tal vez al día siguiente?
Este albergue tiene varias habitaciones pequeñas, con dos literas cada una. No está lleno, así que en mi habitación duermo sólo con Enzo, un italiano mayor que es la segunda vez que hace el Camino desde Saint-Jean-Pied-de-Port. Con lo mal que yo lo he pasado le pregunto por qué se repite el Camino. Me contesta que no lo sabe explicar, la primera vez le gustó mucho y le dejó una gran impresión. Esta vez le está gustando menos porque, según él, está mucho más masificado. Le molesta que muchos españoles lo hacen como turismo, troceándolo en pequeños tramos.
Por mi parte, empiezo a encontrarme mejor y a pensar que, quizás, sea capaz de llegar a Santiago. Por primera vez empiezo a calcular en cuántos días podría llegar a la meta.