Etapa 4ª. Frómista-Carrión de los Condes

A las 7 ya estamos en marcha. Amanece un día soleado, aunque a estas horas la temperatura es bastante fresca. El peregrino, iluminado por el sol naciente, camina siempre hacia el oeste, y su alargada sombra le precede, fiel e incansable (figura 12).

 

Figura 12. La sombra del peregrino se alarga con el sol naciente

 Los pies se van habituando a las largas etapas y el tradicional método de pinchar las ampollas, dejar el hilo dentro para que drenen y secarlas con alcohol de romero demuestra su eficacia. Todavía duelen pero es posible olvidarse de ellas durante algunas partes de la etapa. Ésta es además llana, corta y con buen tiempo. Realmente es la primera que resulta placentera.

Figura 13. Iglesia de Santa María la Blanca, Villalcázar de Sirga

Pasamos por Villalcázar de Sirga y disfrutamos contemplando el imponente pórtico de la iglesia de Santa María la Blanca (figura 13). Es impresionante pensar que ya Alfonso X el Sabio cantaba a Santa María la Blanca y narraba cómo muchos peregrinos sanaban al orar ante esta imagen blanca de Santa María.

Y llegamos a Carrión de los Condes, una tradicional etapa del Camino, también llena de sorpresas y monumentos. Dudamos si parar en un albergue de monjas que hay a la entrada del pueblo pero decidimos continuar hasta el centro. Allí, muy cerca de la iglesia de Santa María, encontramos otro albergue también atendido por monjas, en este caso agustinas, y decidimos alojarnos en él, lo que resultaría ser un gran acierto (figura 14).

Figura 14. Iglesia de Santa María en Carrión de los Condes

En efecto, las monjas nos dicen que por la tarde organizan un acto musical en el albergue y que, después, hay misa en santa María. Unos 40 peregrinos asistimos al acto organizado por las agustinas, que son cuatro y resultan ser cantantes, músicas y animadoras sobresalientes. Empiezan haciendo que todos los peregrinos se presenten y eso permite que afloren historias personales impresionantes, como la de los dos japoneses  que sufrieron el tsunami y hacen el camino para dar gracias al mundo por la ayuda recibida.

Con gran habilidad, las monjitas entonan canciones conocidas hasta que consiguen que todos los peregrinos se unan a los cánticos. Se trata de canciones típicas de distintos países, lo que hace que cada peregrino se sienta partícipe y participe activamente. Un japonés toca la flauta y el grupo de niños coreanos presenta una canción típica de su país (figura 15). En fin, consiguen que un grupo heterogéneo, en el que probablemente hay peregrinos de 15 o más nacionalidades, se sienta unido y formado parte de este misterioso proyecto común que es el Camino de Santiago.

 

Figura 15. El grupo de estudiantes coreanos canta una canción típica de su país

Figura 17. Santa María del Camino

El ambiente que se ha creado hace que casi todos los peregrinos, creyentes y no creyentes, acudamos a misa de 8, junto a los que proceden de otros albergues. El joven párroco dedica la misa a los peregrinos, usando de forma alternativa el español y el inglés, y termina con la bendición de los peregrinos, un acto solemne y emotivo en el que se bendice individualmente a cada participante (figuras 16 y 17).

Figura 16. Bendición de un peregrino japonés

Si el origen del Camino de Santiago es esencialmente religioso y se supone que el peregrino busca en esta experiencia objetivos religiosos, aunque también puedan coexistir otros muy variados fines, ese carácter se ha diluido notablemente hoy en día, hasta el punto de que el aspecto religioso puede pasar desapercibido durante muchas etapas y para una gran parte de los actuales peregrinos. Incluso, en muchos lugares, el peregrino interesado en esta dimensión sólo encuentra dificultades: iglesias cerradas durante todo el día, horarios incompatibles con las necesidades del peregrino, falta de información sobre los lugares y horarios de los actos religiosos, curas insensibles a la oportunidad que supone la marea de peregrinos que, con independencia de su motivaciones concretas, están en todo caso en actitud de búsqueda, etc. Así pues, es de destacar y agradecer la actitud y esfuerzo de las agustinas y del párroco de Santa María, en Carrión de los Condes.