Etapa 19ª. Boente-Brea

Estamos ya a las puertas de Santiago y eso se nota en el ambiente. Esta etapa es un poco más larga (23 km) y también más dura porque presenta numerosas cuestas arriba y abajo. Hay que descender para cruzar ríos y hay que volver a ascender desde el cauce del río. Pero el paisaje es muy bonito y atractivo.

Muchas cosas han cambiado desde las primeras jornadas por tierras castellanas, pero una sigue invariable: nuestra sombra, que nos precede infatigable y ansiosa por llegar a su destino en el extremo occidental de la Península (figura 69). Sí han cambiado sensiblemente los paisajes y los cultivos que vemos mientras caminamos pero las imágenes que nos ofrece el sol naciente siguen siendo mágicas y con frecuencia sorprendentes (figura 70).

  

Figura 69. Nuestras sombras siguen indicando la dirección de Santiago

Tras cinco kilómetros de andadura llegamos a Ribadiso da Baixo donde cruzamos el río Iso por un bonito puente, un lugar donde es típico que los peregrinos hagan un descanso y se bañen en el río. Se trata de un sitio muy bonito donde el río se remansa formando pozas y el agua produce preciosos reflejos (figura 71). Aprovechamos también para hacer una visita al albergue sito a la orilla del río, uno de los más tradicionales y antiguos del Camino pues consta como hospital de peregrinos hacia 1500.

Figura 70. Tierras de labor gallegas al amanecer

Decidimos que si alguna vez tenemos ánimo y fuerzas para repetir el Camino no dejaremos de pernoctar en este lugar tan especial.

Actualmente se considera que hacer el Camino completo es hacer el recorrido que va desde Saint-Jean-Pied-de-Port, en la vertiente francesa de los Pirineos, hasta Santiago, lo que supone una distancia de 775 kilómetros, aproximadamente. De hecho, esto es lo que suelen hacer la mayor parte de los extranjeros que acometen la peregrinación.

Figura 71. El río Iso a su paso por Ribadiso

Sin embargo, hay que pensar que el trayecto que originalmente hacían los peregrinos medievales era diferente para cada persona: desde su casa hasta Santiago, ida y vuelta. Cuando ya estamos cerca de nuestra meta en Santiago, sólo pensar que tuviésemos que volver andando hasta nuestro lugar de origen nos parece una hazaña demasiado agobiante. Algunos, muy pocos, lo hacen. Por ello, al acercarse a Santiago encuentras de vez en cuando a un peregrino que vuelve en sentido contrario. Hoy encontramos un peregrino francés, mayor, enjuto y desdentado que, cuando le preguntamos si vuelve a su casa nos dice que no, que va hacia Jerusalén.

Pasamos por Arzúa, población sin interés, y poco después de Salceda llegamos a Brea, una pequeña aldea donde hemos decidido pasar la última noche antes de llegar a Santiago en una pequeña pensión. Hemos quedado en reunirnos aquí con Patricia y Fran. La pensión es agradable y pasamos el rato jugando a las cartas.