Etapa 12ª. Molinaseca-Cacabelos
Salgo temprano de Molinaseca camino de Ponferrada, importante ciudad industrial, capital de la singular comarca de El Bierzo. A la salida conozco a Miguel, que tiene ampollas en los pies, y le dejo una de mis agujas para que pueda pincharlas.
Paro a desayunar en un bar que hay abierto cerca del albergue de Ponferrada. Allí me encuentro con un grupo de jóvenes, varios de los cuales he conocido en etapas anteriores: Neal, Elisa, Estefanía (Rumanía), etc. Siguiendo su costumbre, llegaron ayer a Ponferrada y estuvieron de juerga por la noche. Ahora volvemos a coincidir, aunque yo ya llevo dos horas de marcha.
Es sábado y Ponferrada duerme todavía a estas horas tempranas. Pasamos por su famoso castillo (figura 40), la iglesia de Nuestra Señora de la Encina, con sus reminiscencias templarias, el ayuntamiento, etc. La salida de la ciudad está mal señalizada y se hace larga y aburrida.
Figura 40. El castillo de Ponferrada
Pronto empiezan a aparecer los primeros viñedos, que serán dominantes en las cercanías de Cacabelos. El clima favorable de El Bierzo permite que se den ciertos cultivos más frecuentes en tierras cálidas, como la vid.
Figura 41. Jesús, de Valencia
En Columbrianos coincido con Jesús, un joven valenciano muy agradable con quien hago una buena parte de la etapa y con quien coincidiré en varias etapas posteriores, aunque su ritmo de marcha es mucho más rápido que el mío (figura 41). Hace el Camino como una válvula de escape tras un reciente divorcio y estar actualmente en paro. Coincide con frecuencia con el grupo de los jóvenes, aunque generalmente luego cada uno prefiere andar por su cuenta.
Nos adelanta la chica alta del pantalón corto amarillo que suele pasarme muchos días andando a una velocidad que parecería imposible si no lo vieses con tus propios ojos. Me cuenta que es rusa, se dedica a dar clases de español y se llama Joana. No le gusta andar con otras personas porque nadie es capaz de seguir su paso.
Cacabelos es un pueblo agradable, rodeado de viñedos y etapa clásica del Camino, ya citado en el Codex Calixtinus. A la entrada se encuentra la bonita ermita de san Roque, donde añado un sello a mi credencial.
A la salida del pueblo se encuentra el curioso albergue que se ha construido alrededor del patio de la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. Consta de unas 50 habitaciones dobles construidas con aglomerado de madera. Mi compañero de habitación es un peregrino alemán, mayor y agradable pero de pocas palabras (figura 42).
Figura 42. El albergue situado en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias
Figura 43. Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias (Cacabelos)
En vista del éxito, y después de la inevitable colada, voy a comer al centro del pueblo. La iglesia parroquial está cerrada y no muestra ninguna información sobre horarios de apertura o de culto. Pregunto en un bar cercano y tampoco saben nada. Por fin, una señora mayor que pasa por la calle me informa de que hay misa a las 8 de la tarde. Es sorprendente una vez más que la Iglesia desatienda y desaproveche esa riada de peregrinos que circula por el Camino. Es cierta la excusa habitual de que los recursos son escasos, pero ¿tan difícil es poner un cartel con los horarios de culto en el albergue y en la propia iglesia?
Por fin, oigo misa y allí me encuentro con los Salvador, que suelen venir todos los años a Cacabelos a la fiesta de la recogida de las cerezas. Ceno con dos peregrinas que conocí en Molinaseca: Montse (de Gijón) y María (de León).