Etapa 11ª. Rabanal del Camino-Molinaseca
Etapa muy tradicional y bonita, aunque larga y dura. Una vez más, es difícil saber la verdadera distancia recorrida: 24,5 km según mi guía; 27 km según otras. Al salir de Rabanal iniciamos la subida a la mítica Cruz de Fierro. Tras una ascensión de dos horas y haber superado un desnivel de 400 metros llegamos a Foncebadón, lugar donde millones de peregrinos han encontrado albergue y refugio a lo largo de los siglos (figura 36). Es un pequeño pueblo de montaña, lleno de encanto y de recuerdos del Camino. Las vistas desde este lugar, que es el más alto de todo el Camino a excepción de los Pirineos (1.540 m.), son espectaculares. El día es claro y soleado y la vista del peregrino abarca cientos de kilómetros a la redonda. ¡Qué cambio más radical en el paisaje! Hace un par de días estábamos todavía en las llanuras sin fin de Castilla. Tomas conciencia de cómo vas avanzando, aunque a veces parezca que casi no progresas.
Figura 36. La llegada a Foncebadón
Figura 37. La Cruz de Fierro
Después de pasar un rato en este lugar tan especial, y de hacer varias fotos (figura 37), inicio el camino de descenso hacia Molinaseca. Nos han hablado de la subida a Foncebadón y de la emoción de ver la Cruz de Fierro, pero no de la bajada. Así que me pilla de sorpresa la dureza y la longitud de este tramo de bajada. Se trata en efecto de una bajada de unos 20 kilómetros, con un desnivel de 1.000 metros y con muchos tramos por caminos angostos y llenos de piedras. Un duro descenso que no se acaba nunca (figura 38).
Figura 38. Larga, dura y bonita bajada hasta Molinaseca

Atravesamos Manjarín, que se ha convertido en un lugar de refugio bastante “hippie”, y por el bonito pueblo típico de El Acebo, que conserva una gran cantidad de casas típicas y un ambiente muy auténtico de peregrinaje, montaña y acogida (figura 39). El Acebo resulta una parada casi inevitable para descansar, volver a almorzar, reponer fuerzas y tomar algunas fotografías. No debemos olvidar que, pese al cansancio que ya se acumula en nuestras piernas, todavía quedan 8 km de continua bajada antes de llegar a Molinaseca. En El Acebo conozco a una chica finlandesa que está haciendo el Camino por segunda vez.
Por fin llego a Molinaseca, atravesando su puente románico. Es un pueblo bonito y bastante turístico. El albergue privado de Santa Marina está muy bien. Es nuevo y agradable aunque después de una jornada tan larga se hace duro llegar allí porque está a la salida del pueblo.